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Antoni Tàpies falleció a los 88 años
(06/02/2012)
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Antoni Tàpies falleció a los 88 años
Antoni Tàpies, uno de los artistas fundamentales de la Vanguardia española, falleció a los 88 años en Barcelona, ciudad en la que había nacido, y en la que desarrolló la mayor parte de su carrera. Un autorretrato con calavera se expuso al público en la fundación que lleva su nombre, donde miles de personas quisieron visitar una capilla ardiente sin cadáver. Así lo había decidido su familia.

Antoni Tàpies era una persona "austera y humilde", según Xavier Antich, presidente de la institución en la que se guardan más de 8.000 creaciones del artista. Por eso, su familia prefirió rendirle homenaje mediante una exposición improvisada, en la que también se pudieron contemplar otros trabajos de diferentes etapas creativas.

Tàpies, a quien el Rey Juan Carlos I otorgó el título de marqués, había expuesto a lo largo de su vida en instituciones tan importantes como el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, la Serpentine Gallery de Londres, la Neue Nationalgalerie de Berlín, el Centro Pompidou de París, el Museo Reina Sofía de Madrid y el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona. Además, estaba en posesión del Premio Príncipe de Asturias y el Velázquez.

La obra artística de Tàpies da noticia de los principales movimiento plásticos de la Vanguardia europea y española del siglo XX. Todo ello modificado por la visión personal del artista que otorga a su producción unas señas de identidad inconfundibles. Las circunstancias vitales influyeron de manera decisiva en su personalidad artística. El nacimiento en el seno de una familia catalanista y culta le llevaron a un intenso amor por la lectura y a la defensa de Cataluña como entidad político-cultural. Diversas convalecencias por motivos de salud le condujeron a desarrollar tentativas tempranas en el Arte y pensamiento del momento.

Tàpies fue uno de los artistas más preocupados por la recuperación de la Vanguardia en España después de la Guerra Civil. En Barcelona entró en contacto con el ambiente cultural cercano al Surrealismo del establecimiento “La Campana”. En 1948 partició en la fundación de la revista Dau al Set junto a personajes de la talla de Joan Brossa, Joan Josep Tharrats, Arnau Puig y Modest Cuixart. Poco después consiguió una beca del Instituto Francés que le permitió viajar a París, donde conocería a Picasso.

A partir de 1952, la estela surrealista cede el paso en la carrera de Tàpies a un interés mucho mayor por la Abstracción, la forma y el color. A partir de ahí profundizaría en los aspectos matéricos con el empleo de materiales nada habituales en la práctica pictórica. Arena, polvo de mármol, prendas de abrigo y sacos protagonizan desde entonces unos cuadros que se aproximan a los postulados del Arte Povera. En ellos, la materia deja de constituir el vehículo de expresión de una idea para convertirse en la idea misma. Es una forma de trascender la dicotomía espíritu-materia tan propia del mundo occidental. Muros, inscripciones y objetos acaban absorbidos por una superficie pictórica que refleja aspectos escatológicos.

Ya en los 60 y los 70, su obra se vuelve más reivindicativa, al amparo de la creciente apertura del régimen franquista, regresando al lienzo como soporte de sus obras en los años 80.